Hay un ruptura
en el universo de las cosas
que conforman el todo.
Está ahí.
Siempre presente,
como gérmenes
que colonizan tu cuerpo
sin ser consciente
de la transformación interna
que estás sufriendo.
Una ruptura
desde lo superficial
que araña y ahonda
en lo más profundo de la conciencia
hasta hacer añicos la prudencia
con la que vemos el mundo.
Cuando te das cuenta
de que la ruptura de todo aquello
que conforma la vida
es tan natural e inevitable
como la muerte,
es cuando entiendes la naturaleza
de la propia existencia.